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Anécdotas

En Punta Arenas vivió doña Katica, señora oriunda de Dubrovnik, de un trato muy amable y educado.
En una oportunidad un señor, también croata, al que llamaremos Petar, pasando por delante de la casa de doña Katica, quien estaba barriendo la vereda, la saludó y ella, devolviéndole el saludo con la amabilidad que la caracterizaba, le dijo: "Projite, projite, gospodin Petar, u mene uvijek vrije”. En castellano, “Pase, pase, don Petar, en mi siempre hierve”.
Obviamente que se refería que ella tenía en su casa siempre dispuesta agua hirviendo para preparar un té o un café para los amigos.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Me lo contó mi padre algo que le sucedió cuando tenía unos 7 años, por 1915, año que en Europa ya se había desatado la primera guerra mundial.
El pan, en esa época de escasez, era un alimento muy apreciado y sus papás lo conseguían, de vez en cuando, con una señora del pueblo que, de alguna forma, se las arreglaba para obtenerlo.
En una de esas ocasiones a él lo habían mandado a buscarlo diligencia que cumplió y, de regreso a casa, se encontró con otro niño un poco mayor que él, que llevaba un conejo y que se mostró muy interesado en el pan, tanto que se lo ofreció a mi padre a cambio de la hogaza.
Mi papá, como niño que deseaba tener un conejito, sin pensarlo mucho accedió al trueque y llegó con el conejo a su casa.
Obviamente, que en vez de celebrarle el intercambio, la paliza que se llevó la recordó por mucho tiempo.

(Enviada por Danilo Kalafatović, referida por su padre)
En un pueblo de Croacia, luego de terminarse la construcción de la iglesia, el párroco creyó necesario probar cómo había quedado su acústica.
Para eso le pidió a dos de los albañiles que habían participado en la construcción, que llamaremos Antun y Petar, que Antun se situara en el altar y a Petar en la parte alta del fondo, donde normalmente se ubican los coros.
La idea era que Antun cantara, a viva voz, a la manera gregoriana, una frase y Petar indicara cómo había escuchado el canto.
Entre Antun y Petar las relaciones no eran muy buenas ya que Petar le debía a Antun, desde hace bastante tiempo, una pileta que Antun le habia construído. Antun era de la isla de Korčula y cojeaba al caminar.
Llegado el momento de la prueba, por instrucciones del párroco, Antun entonó la frase “¿En quién cree Ud?” a lo que Petar le respondió, con la misma entonación gregoriana, “En Antun, el cojo de Korčula“y esté, no pudiendo quedarse callado, también cantando le replicó: “Viejo tramposo, págame la pileta”.
Se supone que la prueba acústica resultó salisfactoria.
Nota: “Viejo tramposo” no fue precisamente lo que respondió Antun en croata sino algo que no se puede reproducir acá.

Se contaba en Punta Arenas, a nivel de copucha, que había uno de nuestros viejos croatas, que llamaremos Yure, de muy malas pulgas y muy severo con sus hijos.
Don Yure hacía viajes por barco entre Punta Arenas y Puerto Porvenir. .
Conociendo los hijos e hijas el genio de su padre cuando estimaban que debía volver de Porvenir se encaramaban el techo de la casa, la que se encontraba cercana a la costa del estrecho, para ver cuán lejos estaba el barco en que venía el papá de manera de estar muy compuestitos cuando éste llegara a la casa.

(Enviada por Miroslav Škarmeta)
Me sucedió en una de las cenas del Círculo de Profesionales y Empresarios de Ascendencia Croata. Viendo que en una de las mesas estaba mi querido amigo don Antun Domić, con familiares, me dirigí hacia ésta para saludarlo. )
Estando por llegar a la mesa, sin esperar ser saludado, don Antun me indicó diciéndome. “Tú me debes un libro de Ranko Mladina”, a lo que le respondí “don Antun, si Ud. me lo regaló”. “Entonces préstamelo“, fue la rápida respuesta de don Antun.

(Enviada por Danilo Kalafatović M.)
Mi padre me contó que un día su padre, en Crocia, Península de Pelješac, salió de pesca como lo hacía habitualmente de madrugada, acompañado de su perrito y muy abrigado por el fresco de la amanecida.
Estando de regreso en casa, al pasar un par de días, empezaron a echar de menos al perrito, pués nunca desaparecía por más de un día.
Luego de buscarlo por varias partes se les ocurrió hacerlo donde el papá normalmente dejaba el bote cuando iba de pesca. Allí estaba el perrito, medio entumido, cuidando celosamente el abrigo que había dejado su amo olvidado.

(Enviada por Danilo Kalafatović M.)
Me sucedió en un viaje que hice a Europa por razones de trabajo.
Dentro de las delegaciones presentes estaba la croata a cargo de un señor Danilo Grbac. Ansioso de practicar mi croata, aprendido en casa con mi padre, oriundo de Janjina, Pelješac, me acerqué a mi tocayo para saludarlo y presentarme.
Éste me recibió muy amablemente y luego de intercambiar algunas palabras me invitó a conocer a sus colegas de delegación dicéndoles: “Ovo je Danilo Kalafatović iz Čilea. On govori stari hrvatski” (Este es Danilo Kalafatović de Chile. Él habla croata antiguo)
Los idiomas son dinámicos. Y el croata que hablé era el que había taído mi padre hacía más de 50 años atrás con respecto a la fecha de ese viaje.

Se cuenta que, cuando la Presidente de Croacia, Sra. Kolinda Grabar-Kitarović visitó China, el máximo legislador de este inmenso país, Zhang Dejiang, le preguntó a la Sra. Kolinda, cuántos habitantes tenía Croacia, ésta le respondió, "un poco más de 4 millones", a lo que la autoridad china le contestó "¡y por qué no vinieron todos!".

(Enviada por Francisca Ljubetić Eguiguren)
Me ocurrió a mediados del año 2017, casi al término de mi último viaje a Croacia. Soy una coleccionista de grafitis de gatos, lo cual me ha llevado a proponerme publicar un libro con una colección impresa, lo que tengo como plan a corto plazo.
Es común encontrar, en las calles de Europa del Este, grafitis pintados por famosos muralistas, por lo que no es difícil ubicarlos vía internet. Algunos grafitis se pueden ver sólo en altura, y otros, como el que me había propuesto encontrar en Zagreb, en el estacionamiento de un mall.
Ya llevaba unos 30 minutos recorriendo el estacionamiento cuando mi presencia llamó la atención de un guardia de seguridad quien, luego de conocer mi objetivo, se ofreció muy cordialmente llevarme donde estaba el preciado mural. Fue tanta mi emoción y alegría al encontrarlo, que el guardia pensó que sería buena idea ponerme en contacto con el artista que, para mi sorpresa, ¡era conocido suyo!.
Y mayor fue mi impresión cuando el artista accedió a tomar un café conmigo, en un hermoso local de la calle Tkalčićeva, cerca de la plaza principal, la trg Josipa Bana Jelačića. El muralista, llamado Slaven Lunar Kosanović, que vive en la zona, llegó con stickers y una polera con su logo de regalo para mí.
Estas cosas son las que hacen de Zagreb, un lugar único, la amabilidad de su gente, y el valor artístico que se le da a algo tan moderno y, erróneamente juzgado como el “grafiti”. Hasta el día de hoy seguimos en contacto con Slaven y pretendo incluir esta anécdota en el libro que planeo escribir.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Se cuenta que, hace muchos años, en una celebración, en el Club Croata de Punta Arenas, estando un viejo croata sentado en un parte del salón, le hizo una seña a uno de los mozos pidiendole que se acercara.
Al hacerlo le dijo, casi al oido, "chico, por favor, por qué no me traes un dedo de viski" a lo que el mozo le respondió, "pero señor, cómo le voy a traer solo un dedo, es muy poco" a lo que, enseguida, también en voz muy baja, le contestó "ma cómo que poco, un dedo, un dedo", poniendo su dedo índice en forma vertical en el vaso.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Se cuenta de un viejo croata que era tan reflojo que su mujer tenía que trabajar para mantener a duras penas a la familia.
Tanto le recriminaba su señora su flojera que él decidió ir a la iglesia a pedirle a Dios que le proveyera de alimentos y otras necesidades.
Así se paró delante del altar y empezó a exclamar:
"Dios mío te pido que me des alimentos, platita para ropa y para pagar mis cuentas".
El cura párroco, que lo conocía y que en ese momento estaba detrás del altar, sacando lo más profundo de su voz contestó: "Trabaja, trabaja", a lo que el viejo, pensando que era el mismo Dios quien le hablaba, mirando hacia todas partes replicó "Más bajito, más bajito".

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Allá por lo años 50, el equipo de fútbol del Sokol Croata de Punta Arenas viajó a Santiago, seguramente para medirse con algún equipo de la capital, alojando, jugadores y acompañantes, en el antiguo "Hotel Cervantes" ubicado en la calle Bandera.
A Antonio Dobronić, arquero del equipo, le tocó compartir pieza con don Olegario Gómez, famoso y pintoresco comentarista deportivo de Punta Arenas.
Cuenta Antonio que la pieza no tenía lámpara de velador por lo que había que levantarse e ir hasta el interruptor para apargar la luz quien, ya con sueño, le mecionó el tema a don Olegario. Éste, muy dramáticamente, como era su estilo, le respondió, "Antonio, no te preocupes por la luz que yo voy a leer" a lo que, casi inmediatamente, comenzó a roncar en profundo sueño.

(Enviada por Miroslav Skarmeta)
Se cuenta de un viejo croata, que tenía la letrina en el patio como se usaba antiguamente, bastante alejada de la casa. El problema era que, de noche, le daba miedo de ir solo a hacer sus necesidades por lo que le pedía a su señora que lo acompañara.
Así una noche le dice a su mujer: "Debo ir a la letrina allá afuera"
"Y cuando se sentó, miró a las estrellas y exclamó: "Hermosa noche para el guerrero"
A lo que su mujer le grita: "Vamos, vamos termina pronto y volvamos a la casa"

(Enviada por Branko Marinov)
Publicación en el diario "El Tarapacá" de Iquique, el viernes 10-12-1926, del Libro "Del Chumbeque a la Zofri", Tomo II, de Bernardo Guerrero:
"Mateo Krstulović, aficionado particular, desafía a cualquiera de su peso, especialmente al campeón del " Manuel Sánchez", R. Milla.
Condiciones J. Martínez 1096".
Algunas explicaciones:
Chumbeque: dulce iquiqueño tradicional, de origen chino, común a la gastronomía de Ecuador, Perú y Norte Grande de Chile.
R. Milla: nombre de un boxeador, seguramente de fama en ese momento, perteneciente al club "Manuel Sánchez".
J. Martínez 1096: dirección del desafiante, posiblemente su domicilio, donde deberían ir a tratar las condiciones del combate. La calle, actualmente, conserva esa denominación y recuerda a Juan Martínez, Comandante del Regimiento Atacama durante la Guerra del Pacífico.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Mi padre y todos mis nonos eran croatas. Solamente los nonos maternos emigrarona a Chile (Punta Arenas). Ellos, como muchos croatas, se instalaron en una esquina con un ''buliche" al que había que mantener abastecido por por lo que el nono Gero debía salir, de vez en cuando, a encargar "marcadería" quedándose la nona Francisca a cargo del "buliche".
En ese tiempo se funcionaba con la "libreta", en la que se anotaba lo que cada cliente venía a comprar cobrándose a fin de mes.
Como la nona Francisca era analfabeta, se inventó una forma de llevar un control de lo vendido. Así, si vendía un kilo y medio de papas dejaba una papa y media en la estantería, dos kilos de arroz, 2 montoncitos de arroz, etc., lo cual después el nono traspasaba a la libreta del correspondiente cliente.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Mi madre me contó que, siendo ella adolescente (por los años 1935), veía, en Punta Arenas, a un paisano croata que, habiéndose comprado un auto, sacaba de vez en cuando a su familia a pasear en él.
Lo que le llamaba la atención es que, el paisano siempre hacia un recorrido por una calle larga y plana, cercana de donde ella vivía y, al llegar al final de ésta, hacía bajar a toda su familia y entre todos giraban el vehículo, empujándolo, poniéndolo de nuevo en posesión de recorrer de frente de nuevo la calle de regreso.

(Enviada por Drago Ljubetić)
Jozo y su mujer Doti vivían frente al Parque Forestal, gozando de una muy holgada situación económica.
Doti, mujer muy humana, veía, periódicamente, desde su departamento, una carretela cargada de verduras tirada por un caballo muy flaco, lo que la hacía sufrir y no sabía cómo pedirle a su esposo que comprara ese caballo para llevarlo a un campo que ambos poseían.
Un día que Jozo llegó de muy buen ánimo Doti aprovechó de pedirle que comprara el pobre caballo flaco lo que él prometió hacer a la brevedad.
Así, al día siguiente bajó a encarar al carretelero produciéndose el siguiente diálogo entre ambos:
"Ma que hace tú que no da pasto a pobre animal. Te doy plata y me lo llevo".
"Sí jefe, pero vale 150 mil"
"Ma que caro hombre, pero igual me lo llevo".
"Sí, ¿pero qué hago con la carretela y la verdura?. O todo por 450.000 o nada".
"Muy abusivo tú pero igual lo compro todo"
Y así Jozo se llevó al caballo flaco, carretela y verduras pensando lo feliz que quedaría Doti al saber que el animal pronto engordaría con el lindo pasto de su campo.
Pero al día siguiente, de nuevo vio a Doti llorosa en la ventana del departamento. Al asomarse se dió cuenta del motivo: Ahí estaba de nuevo el carretelero, con otro caballo más flaco y otra carretela más vieja con verduras.

(Enviada por Branko Marinov)
Se cuentan dos anécdotas sobre don Jerónimo Yankovic II, dueño, por herencia, de la Empresa de Teléfonos Yankovich de Antofagasta y de unas casas de renta, éstas ubicadas en la esquina de la calle Copiapó con el inicio de la Avenida Brasil de la misma ciudad, ambas relacionadas con su vehículo.
Don Jerónimo era dueño de un auto "Overland", símbolo de la gente acaudalada de la época, el que, por recomendación de sus fabricantes ingleses, debía ser manejado con mucho cuidado, sobre todo en ciudad, por lo sensible que era a la mano de quien lo conducía.
La primera anécdota, es similar a la referida, en esta misma sección, por otro pasiano as del volante como "Daño a la propiedad pública", por lo que no repetiremos y, la segunda, oportunidad en que don Jerónimo destruyó, con su vehículo, una vitrina de la tienda La Española. En esa ocasión, siendo requerido por un representante del orden que intentaba detenerlo, argumentó "Comisario a mi me debe varios meses de arriendo..., no puede detenerme..."

(Enviada por Pedro Cuevas Cvjetković)
Tiempo atrás era bastante común que la gente, sobre todo la mayorcita, por lo menos en Magallanes, saludara usando solamente la palabra ''Buenas" sin agregar lo de tardes o noches.
Por eso le sucedió a uno de nuestros viejos croatas que, entrando a una tienda, en su castellano acroatado saludó con un atento ''Boinas" a uno de los dependientes del local a lo que éste, también amablemente, le respondió "Caballero, boinas no tenemos acá, solamente sombreros y gorros".

(Enviada por Dragica Vukelić)
Le sucedió a don Nikola Brzoja, amigo del papá de nuestra Vicepresidenta Dragica Vukelic. Mientras viajaban juntos en el vapor "Mercy" que los traía a Chile, don Nikola, dada la similitud, que le habían comentado, del idioma castellano con el italiano, como una forma de "aprender un poco de vocabulario de español", se entretuvo buscando palabras en un diccionario croata-italiano que traía consigo.
Pero dicha similitud puede jugar malas pasadas como le sucedió a este paisano croata. Ya en Chile, yendo a comprar un paquete mantequilla a un boliche le pidió muy seriamente al dependiente: "Deme un paquete de burro, por favor" a lo que el dependiente del negocio le contestó: "Señor, en este local no vendemos burros en paquetes". ¡Esto porque burro, en italiano, es mantequilla!.

(Enviada por Waldo Violić)
Preparando el viaje oficial del Presidente Tito a Chile, estuvo en nuestro país el Ministro de Relaciones Exteriores de la ex-Yugoslavia de la época, Koca Popović, quien visitó la ciudad de Punta Arenas.
Koca Popović, además de ser una persona muy sociable, hablaba bastante castellano, porque había estado en España durante la Guerra Civil de ese país.
Al llegar el avión a la losa del aeropuerto se formó la fila habitual de autoridades de la provincia para saludarlo, quienes se fueron presentando:
El Intendente de Magallanes, Mateo Martinić, el Obispo de Punta Arenas, Vladimiro Borić, el Alcalde de Punta Arenas, Carlos González Yakšić, el Alcalde de Puerto Porvenir, Carlos Serka y el Alcalde de Puerto Natales, Tolentino Pérez.
Al terminar de saludar cordialmente a este último, Koca Popović se volvió y manifestó en castellano "¿Qué hace este extranjero aquí?.........

(Enviada por Pedro Marinov)
En la década de 1930, en Antofagasta, había un almacén de barrio, por supuesto de un paisano croata, cuyo nombre era "La gaina verde".
La historia de esta extraña denominación tiene su origen a que el paisano, al embarcarse en Dalmacia rumbo a Chile y recalar su barco en un puerto de Brasil, al bajar a tierra, quedó impactado al ver un loro, ave que nunca había visto en su vida.
Al llegar a Chile lo primero que hizo, cuando ya dominaba un poco el castellano, fue contarle a sus amigos que, en Brasil, había visto una "gaina verde", lo que le sirvió de apodo y posterior nombre para su negocio ...

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Se cuenta que uno de nuestros viejos croatas, visitando Santiago, desaba ubicar a la calle Huérfanos. Para eso de detuvo a preguntarle al primer carabinero que vio: "¿Siñor, me podría Ud. decir donde queda la calle Órfanos?" a lo que éste le respondió: "Caballero, lo siento pero no ubico esa calle". "Ma cómo no ubica esa calle, es la que no tiene ni papá ni mamá".

(Enviada por Pedro Marinov)
Don Mateo Zlatar Ostojić fue un gran emprendedor croata que, al igual que una gran mayoría, llegó de la Isla de Brač y terminó siendo un gran empresario pesquero.
Acostumbraba a ir a la Sociedad Croata (ex Sociedad Yugoslava), a jugar poker con sus amigos y siempre llevaba de regalo sus latas de sardinas, de las que estaba muy orgulloso, para ser paladeadas durante las horas de juego
. Un buen dia sus amigos le hicieron una bromita: trajeron unas latas de sardinas peruanas que eran su competencia y dolor de cabeza y le dijeron que esa noche iban a comer sardinas peruanas. En la cocina, y sin que supiera don Mateo, abrieron las latas de sardinas peruanas, pero le echaron las mismas sardinas de don Mateo, que tenian guardadas para la ocasión, y las sirvieron en la mesa en las latas peruanas.
Don Mateo con mucho recelo fue el primero en probarlas y una vez en su boca, las escupió diciendo: "¡¡¡Esta merda no se poide comer!!!"
(Anécdota contada por Pedro Simunović Simunović, compañero de juego de don Mateo Zlatar, a su hijo Pedro Simunović Martinić, quien se encargó de divulgarla).

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Por los años 50, el río "De Las Minas", que atraviesa la ciudad de Punta Arenas, aun no estando tablestacado, ocasionalmente se desbordaba inundando especialmente las parte noreste de la ciudad, esto es, la mayor parte del, en ese entonces, "Barrio Yugoslavo". Al hacerlo arrastraba gran cantidad de sedimentos a los cuales los medios de comunicación se referían como el légamo.
Luego de uno de estos eventos, un periodista entrevistó a uno de nuestros viejos croatas afectado preguntándole: don Pedro, “¿El légamo afectó mucho su casa y su quinta?, a lo cual don Pedro respondió: “ma qué légamo ni légamo, el baro, el baro”.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Hace varios años atrás, en circunstancias que me encontraba en una asamblea de socios en el entonces Club Yugoslavo de Punta Arenas, como parte de la tabla de ésta tocó votar para la renovación del directorio del club.
Al momento de hacer el escrutinio de los votos recibidos se me acercó uno de nuestros viejos croatas y me dijo muy seriamente: "Danilo, tú que eres inginiero ¿ma por qué tú no cointas los votos?".

(Del libro "Nuestra Tierra del Fuego", en "Vivencias de Puerto Porvenir" por Alejandro Violić Martinović).
Se cuenta que el Sr. Tadić, dueño del hotel Casa de Lata y campos ovejeros (en la Isla Tierra del Fuego), y reconocida figura llena de humor, había adquirido su primer automóvil. En circunstancias que lo iba manejando, un carabinero lo paró en la calle y le pidió le mostrara su carnet de chofer comentándose que su respuesta fue algo así como: "Bogami, ¿y para qué necesito carnet si aún no sé manejar"
Y cuando (se supone), que ya había aprendido a manejar, conduciendo su automóvil entre Porvenir y su Hotel, su auto se salió del camino y volcó. Se dice que, siendo el primero en abandonar el vehículo, dijo en voz alta: "Boino, salgan los que están vivos".

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Había un señor en Punta Arenas, hijo de padre y madre croatas, cuyo apodo era Matecinco. De niño no me llamó mucho la atención pero, ya más grande, un día le pregunté a un tío, de más o menos la misma edad que el apodado, cuál era el origen de Matecinco.
Me explicó que, cuando eran jovencitos y jugaban en la calle, a la hora del almuerzo salía la mamá a la puerta y llamaba a su hijo, Mateo, en el dialecto de la Isla de Brač: "Mate, sinko, duodí doma jes", "Mateo, hijo, ven a casa a comer".

(Enviada por Waldo Violić Adams)
Mi tío Ivo Violic había egresado de la Nautika Skola (Escuela Naval), de Dubrovnik, después de la Primera Guerra Mundial, donde había estudiado ingeniería naval, en una época de recesión económica generalizada producto de la destrucción de casi toda Europa como consecuencia de esa guerra. Tanto es así que sólo encontró un trabajo de secretario de una Municipalidad. Por ello decidió emigrar a América, específicamente a Chile y a sus salitreras, en donde, trabajando con gente dálmata, pronto se "aclimató".
En ese entonces, Baldo, hermano de Ivo, 10 años menor que él, había salido del "gimnasio" (liceo) en Croacia y no tenía nada de buenas perspectivas de trabajo. Decidió, entonces Ivo, traerlo a Chile y para eso qué mejor que adonde él trabajaba, en la Oficina Ausonia, al interior de Antofagasta. Baldo aceptó de inmediato y se puso a soñar con su futuro trabajo en esa "Oficina", donde, en su joven imaginación, trabajaría en un escritorio, con libros, lapiceras con tinta, mangas negras para no ensuciarse la camisa, trajeado decentemente, ...... etc., etc.
Se embarcó Baldo en Génova hacía Buenos Aires, en donde tomó el tren de La Quiaca, en el cual uno podía embarcarse en la Estación Retiro (pleno centro de Buenos Aires), y llegar, con algunos transbordos y/o dificultades, hasta Antofagasta. Ivo le había informado y asegurado que lo estaría esperando en la Estación Peineta. El viaje tuvo sus inconvenientes y demoró tres días durante los cuales Baldo soñaba con la "Estación Peineta", donde lo esperaría su hermano mayor.
Lo que no sabía Baldo, ni podía imaginarse un joven europeo, es que la "Estación Peineta" era una pequeña casucha de lata en medio del inmenso desierto nortino, con apenas una torre de agua para la locomotora y nada más. Por supuesto que allí no se bajó y sólo lo vino a hacer cuando vio una verdadera "estación de trenes", en Antofagasta, muchos kilómetros después. Por supuesto no estaba ahí su hermano mayor esperándolo... y deambulando muy temprano en esa ciudad desconocida se encontró con alguien que barría la vereda de un negocio y que tenía una absoluta cara de dálmata. Afortunadamente lo era, quien consiguió. esa misma mañana, mandarlo arriba de un camión verdulero, con los pies colgando, hacia el interior de la pampa, a la "Oficina" con que soñaba y a encontrarse con su hermano.
A la mañana misma del día siguiente, muy temprano, su jefe, también dálmata, le ordenó su primer trabajo: limpiar todos los vidrios de la pulpería de la "Oficina". Nada de libros, nada de lapiceras, nada de mangas, ni de bien vestir. Aunque llorando, se dio cuenta que estaba definitivamente en América........

(Enviada por Drago Ljubetić Freire)
Se cuenta que cuando José Papić Radnić llegó de vuelta a Chile luego de sus estudios en París, su padre don Juan Papić Dragicević, un esforzado panadero que ya había hecho una muy buena situación económica y orgulloso por su hijo, invitó a gran parte de la colonia croata en Antofagasta a una cena en el entonces Club Yugoeslavo.
En un momento, don Juan se levanta de su asiento, pide silencio y dice: "José, yo envié a ti estudiar a universidades más importantes de Europa, yo pagué mucha plata y por eso voy te insaminar qué aprendiste"
Don José reclama..”pero Papá no haga eso” pero igual responde el padre y luego pregunta: “Dime, cuanto gramo tiene kilo” La respuesta del hijo fue:
"Pero papá, hasta un niño de primaria sabe que un kilo son 1000 gr.". Entonces Don Juan, muy enojado dice: "Tú y tus profesores son unos buros…no aprendiste nada, que te divolvan la plata que gasté” y finalmente agrega: “ kilo nunca ha tenido mas de 850 gr.”
Por supuesto que todos los croatas presentes aplaudieron.
En varias partes de Antofagasta aún se recuerda esta anécdota.

Muchas veces el uso erróneo de, simplemente, una vocal nos puede jugar malas pasadas al escribir, más aún en idiomas que no es el nativo nuestro.
Y así le sucedió a uno de los presidentes del CPEAC quien, dirigiéndose a la nueva embajadora en un correo comenzó escribiendo "Oprostite što ne pišam na hrvatskom jeziku" queriendo decir "Perdone que no escriba en lengua croata" debiendo haber escrito "Oprostite što ne pišem na hrvatskom jeziku".
El problema es que pišam significa orino y pišem significa escribo.

(Enviada por Lorenzo Caglević)
Se cuenta que en la Isla Brać, en tiempos muy pretéritos y en pueblos cuyos nombres es mejor olvidar, dada las delicadas epidermis de nuestros paisanos, se suscitaba una gran rivalidad entre dos pueblos vecinos (situaciones bastante parecidas a las que aún hoy suelen suceder y no sólo en las islas, sino también entre pueblos vecinos en el propio continente).
El caso era que, habiendo llegado las rivalidades a un estado realmente crítico, con insultos blasfemos, descomunales peleas callejeras y algunas destrucciones mutuas de los bienes públicos y privados, los líderes pueblerinos, a pesar de los ruegos y oraciones de los curas párrocos y de las ancianas del pueblo, no encontraron otra solución que declarar la guerra entre los dos pueblos. Y no era esto, por cierto, un eufemismo, sino que llamaron a las respectivas poblaciones a armarse, para el gran combate que podría tomar lugar en cualquier momento.
Así las cosas, la población empezó a echar mano de armas blancas y herramientas de campo (dígase cuchillos, horquetas y guadañas) ya que las armas de fuego eran, prácticamente, inexistentes en la isla de aquel entonces. No obstante esta condición, no faltó un poblador más audaz, quien había tenido la suerte de viajar a la capital, donde había conocido un cañón en un museo y, de inmediato, le propuso al líder de su pueblo fabricar un cañón, puesto que sabía, de oídas, el gran poder destructor de un cañonazo. Así la guerra podría resolverse favorablemente y de un solo paraguazo.
Como nadie tenía conocimiento en la fabricación de armas le consultaron al osado poblador, cómo lo confeccionarían. Éste les señaló que podían cortar y ahuecar un grueso tronco de una higuera existente en el patio de su casa y que él, patrióticamente, ofrendaría a la causa. Como pólvora usarían una mezcla de azufre, carbón y salitre, componentes que sí se encontraban disponibles, no para uso bélico, pero sí había azufre para las desinfecciones de la parras, salitre para abonar la tierra y en las casas no faltaba el carbón.
Casi todo el pueblo se abocó a la tarea armamentista en el más absoluto secreto, para que ningún afuerino pudiera llegar a enterarse.
Cuando la mortal obra estuvo finalizada, la llevaron de noche y, en el más completo sigilo, a lo alto de una colina desde donde se divisaba el otro pueblo. Esperaron la luz del día, para apuntar bien el cañón, le metieron en su interior un gran saco, con la pólvora casera que habían fabricado y le atracaron fuego con una pequeña antorcha.
Vino una tremenda explosión, que hizo volar en pedazos el cañón, mató a algunos de los improvisados artilleros y dejó cuantiosos heridos entre los asistentes e inocentes animales cercanos.
Todos los ojos se volvieron enfurecidos hacia el bribón que había sugerido este modo de combate. El hombre, al verse increpado reaccionó, de inmediato, señalando atarantado a los otros pobladores ¡Es verdad, que acá nos quedó la tendalada! ¡Pero si acá fue terrible, imagínense cómo habrá sido la embarrada que dejamos en el pueblo vecino!

Existe más de una versión de la siguiente anécdota pero todas con el mismo resultado. Habiendo fallecido en Chile una señora croata mayor, que llamaremos Teta Mandina, sus parientes quisieron que sus restos descansaran en su tierra natal, Croacia. Para ello decidieron enviar sus cenizas en un tarro que fue de café o té y, para evitarse mayores trámites, lo incluyeron en las encomiendas de ayuda humanitaria que se enviaban desde Chile a Croacia durante la segunda guerra mundial.
Hecho el despacho, un tiempo después recibieron carta desde Croacia agradeciendo el envío y destacando que, la levadura que habían recibido, aunque no había resultado muy buena, igual le dieron adecuado uso.
Sin saberlo, habían usado las cenizas de la Teta Mandina para hacer pan.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Se cuenta que, estando de visita un alto dignatario del imperio Austro-Húngaro en Dalmacia, le llamó poderosamente la atención el toparse con un campesino que encontró sumamente parecido físicamente a él.
No pudiendo contener su curiosidad le preguntó, irónicamente, al campesino: "¿Su madre estuvo alguna vez en Viena?", a lo que éste muy serio le respondió, "Mi madre no pero mi padre muchas veces".

(Enviada por Lorenzo Caglević)
Allá por el año 1920, había llegado don Cosme a Antofagasta. Era un inmigrante proveniente de Yugoeslavia quien, no queriendo sufrir los horrores de otra guerra, prefirió venirse a “América” para posteriormente traer a su familia a vivir en Chile, esta tierra bendita, como él le decía a su nueva patria.
Mientras sus paisanos, llegados con anticipación, le ofrecían algún lugar de trabajo estable y aprendía el idioma, don Cosme decidió salir a ganarse la vida en cualquier trabajo honesto.
Observando a los pescadores artesanales que llegaban a la caleta del puerto y vendían sus productos a vendedores ambulantes los cuales, a su vez, se encargaban de recorrer a pie hacia los cerros vendiendo los pescados frescos, don Cosme se compró un canasto de mimbre y le pidió un pequeño préstamo a un paisano, donde se alojaba, para llenar su canasto con pescado por primera vez.
No obstante, don Cosme quien no tenía idea del nombre de los pescados y mucho menos en castellano, ya que a duras penas se manejaba con un vocabulario reducidísimo, decidió irse con su primera carga, siguiendo a distancia prudente a los otros vendedores, los que voceaban su mercadería a todo pulmón: ¡Fresquitos los jureles! ¡Recién sacadas las merluzas! ¡Barata la albacora le tengo caserita!
Don Cosme, incapaz de repetir estas palabras en forma correcta, se mantenía a prudente distancia y gritaba, también a todo pulmón: ¡“Lo mishmo, lo mishmo"!

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Era costumbre que, luego de un entierro, en un pueblo de Croacia, un par de jóvenes se quedara una noche a velar al finado, estando el féretro ya en el cementerio.
Medio aburridos en esa tarea, uno de los jóvenes le comenta al otro que le había dado hambre por lo que iría a buscar unos duraznos ubicados cercanos al camposanto.
Cuando éste volvió con la fruta, se la ofreció a su amigo quien no respondía al ofrecimiento. Después de varias insistencias, se abre la tapa del ataúd y el "finado" dice: "si no quiere él me puedes convidar a mi".
El amigo, aprovechando lo obscuro del ambiente, había sacado el cadáver del féretro y se había puesto él en el lugar del muerto.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
En un pueblo de Croacia don Petar envió a su hijo a estudiar a la gran ciudad. Pasado un tiempo recibió una carta de éste la que, por no saber leer ni escribir, le pidió a un paisano que se la leyera.
Una vez leída el paisano le comentó: “Petar, tu hijo te está pidiendo que le mandes plata. ¿Estará estudiando o pasándolo muy bien?. Porque no hace tanto tiempo que se fue.
Obviamente que este comentario le provocó a don Petar cierto enojo en contra de su hijo, estando decidido a no atender lo pedido por éste.
Pero no pudo dormir tranquilo y decidió pedirle a otro paisano que le leyera la carta el que, después de hacerlo, le comentó: “parece que tu hijo no lo está pasando muy bien estudiando. Seguramente que, de repente, se prive hasta de comer y por eso te pide que le mandes plata”.
Ante esto, don Petar le respondió: “Esa es la forma de pedir las cosas”. Y por supuesto que accedió a lo solicitado por su hijo.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
De niño escuché una simpática anécdota, referida por mi padre, que se las recuerdo a mis hijos o a amigos cuando están enfrentados a una decisión que significa tener que hacer algo que nos les gusta pero que no tienen otra opción que hacerlo.
Una lancha estaba haciendo agua, con el peligro de hundirse, por lo que los marineros, para evitarlo, tenían que estar constantemente bombeando el agua hacia el mar, lo que los tenía extenuados.
Marineros: Kapetane, ne možemo pumpati više jer smo puno umorni. (Capitán, no podemos bombear más porque estamos muy cansados).
Capitán : Onda nemoj te pumpat. (Entonces no bombeen).
Marineros: A ko ne pumpamo čemo se utopiti. Si no bombeamos nos vamos a ahogar. Capitán: Onda pumpai te.(Entonces bombeen).

(Enviada por Waldo Violić)
En la radio "Libertad" de Antofagasta se hizo, entre otros, un concurso de conocimiento del idioma castellano.
Cuál sería la sorpresa de los auditores cuando se enteraron que, entre los que iban liderando el concurso, había un paisano, dueño del almacén de una esquina, de nombre Nikola y de apellido ........ić.
Al llegar a la etapa final del concurso, fue interrogado acerca del significado de la palabra "catarata" y Nikola largó a reír y dijo: "ma cómo me hacen una pregunta tan fácil, si en mi almacén tengo catarata y cataratón.........".

(Enviada por Lorenzo Caglević)
En el puerto de Punta Arenas, por el año 1920, esperaban al buque procedente de Europa, con escala en Buenos Aires, una carroza con su ataúd , algunas flores, el cura y varios deudos llorando por el fallecimiento del tío Spiro, durante la penosa navegación.
Encabezaba la delegación de parientes del occiso, su sobrina, una mujer ya adulta, con un pañuelo en una mano con la que enjugaba sus lágrimas, y, en la otra, un arrugado telegrama que señalaba: TRAS LARGA TRAVESÍA TÍO EXPIRÓ EN PUERTO DE BUENOS AIRES.
Pero, cuál sería la sorpresa cuando el tío se apareció en el muelle vivito y coleando. El telegrama debió decir TRAS LARGA TRAVESÍA TÍO SPIRO EN PUERTO DE BUENOS AIRES.
Había sucedido que unos parientes, visitados por Spiro en Buenos Aires, quisieron adelantarle la buena nueva a sus familiares de Punta Arenas contándoles que, después del largo viaje, el tío ya se encontraba cerca de su destino, pero el telegrafista argentino, que nunca había escuchado el nombre Spiro, creyó que decía Expiró y que los “gringos” que le llevaban el texto no sabían bien el castellano, de tal modo que lo transmitió a su entender.
La fiesta que se armó, duró un par de días y se financió totalmente con la plata que lograron recuperar del funeral no efectuado.

(Enviada por Waldo Violić)
En Antofagasta, en 1922, Jure e Ivo deciden traer de Brač al primo Frane, de 20 años, a trabajar con ellos y deciden también hacerle una broma a la llegada a Chile.
En efecto, se desembarca Frane en el antiguo muelle de madera e inmediatamente después de los consabidos abrazos y besos croatas, se fija éste que sobre el muelle habían varias lindas monedas chilenas de aquella época, esparcidas en el suelo (que por supuesto sus primos se habían encargado de colocar).
Frane, naturalmente, se trata de inclinar para recogerlas, pero Ivo y Jure se lo impiden y le dicen: “Ma bogati, que vas a molestarte, si estás en América y aquí las calles están llenas de ellas”.

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Se cuenta que un viejo croata, don Pedro, acudió a un ingeniero civil, también de la colectividad, explicándole que la municipalidad le había cursado un parte por tener material de construcción, sin el permiso correspondiente, en la vereda frente a la cual estaba edificando su casa, cosa que según él no era efectiva. "Solamente tuve un poco de arena no más de una hora".
Ante esto el ingeniero le consultó que cómo podía demostrar ese hecho frente a la municipalidad. "Bogati, lo juro", contestó don Pedro.

(Enviada por Waldo Violić)
Se instaló, a todo lujo, en Antofagasta un croata que había hecho mucho dinero en la minería y una de las primeras cosas que hizo fue comprar un automóvil.
Al poco tiempo el paisano quizo demostrar que podía manejar su vehículo y, sin pensarlo dos veces, lo hizo arrancar y partió sólo en él pero, habiendo recorrido un corto trecho, chocó un poste de la luz eléctrica, derribándolo.
Ante el incidente llegó un policía (todavía no existían los carabineros), y lo quizo detener, pero el croata, terco, le dijo: "no se meta". Entonces el policía respondió: "pero cómo no me voy a meter si usted ha hecho daño a una propiedad pública" (por el poste).
El paisano le espetó: "yo dije no se meta, porque auto es mío y poste es mío." (Era el dueño de la compañía de energía eléctrica de Antofagasta).

(Enviada por Danilo Kalafatovic)
Es conocido el carácter ahorrativo de los viejos croatas.
Sobre eso se cuenta que un viejo nuestro deseaba movilizarse por taxi. Al ver uno desocupado lo detuvo y el preguntó al taxista:
"Señor, dígame Ud. ¿para donde va ahora?"
Recibiendo como respuesta: "para donde Ud. me indique caballero, soy taxista".
Pero si yo no lo hubiera parado, ¿para dónde iba?", replicó nuestro viejo. "En realidad para el centro", contestó el chofer.
A lo que, rápidamente, el viejo croata respondió: "Entonces lléveme hombre que le coista"

(Enviada por Danilo Kalafatović)
Por todos nosotros es conocida la “castellanización” que, luego de varios años vividos en Chile, hacían nuestros viejos croatas de su idioma nativo.
Al respecto se cuenta que, en una oportunidad, llegando dos viejos nuestros al término de un viaje por bus, habiéndose éste ya detenido, uno de ellos le dice al otro “Eh Jure, bajoimi maletu”, para que su compañero le bajara un maletín desde el rack que tienen interiormente los buses para equipaje liviano.
Como Jure no le escuchó, un señor que estaba al lado, muy amablemente, procedió a bajarle su maletín.
Agradecido Jure no pudo dejar de preguntarle al atento caballero, “Dígame señor, ¿dónde aprendió Ud. hablar en croata?”.