Frente a la convulsionada actualidad mundial que hoy presenciamos hasta con cierto estupor, es bueno recordar que las elecciones — aquellas que permiten que los ciudadanos designen sus autoridades en los diferentes estamentos públicos — son propias de la democracia. La constatación es, evidentemente, básica. Pero como esta forma de participación ciudadana no es anodina, sino fundamental, pensamos que, destacarlo, es pertinente y oportuno.
En todo estado democrático, la celebración de elecciones va necesariamente aparejada con el respeto de una serie de derechos que permiten su buen funcionamiento: libertad de expresión y de prensa, igualdad ante la ley, separación de poderes del Estado, existencia de instituciones que den plenas garantías a todos los ciudadanos y un gran etcétera que bien conocemos. Al final de cuentas, la democracia representativa, fenómeno relativamente reciente en la historia, es una forma bastante civilizada de convivencia, siempre perfectible, por cierto, la que se presenta ante nuestros ojos como “el menos malo de los sistemas”; frase que, aunque nadie registró en su época, se le atribuye a Wiston Churchill.
En el presente – y vale la pena subrayarlo majaderamente, ya que no ha sido siempre el caso – Chile y Croacia tienen el honor de ser países democráticos y ambos se aprontan a elegir autoridades. En este mes de octubre, en nuestro país se votará para designar a gobernadores, consejeros regionales, alcaldes y concejales. Por su parte, los croatas elegirán a su presidente en diciembre. Poder expresarnos, a través de procesos electorales transparentes — sobre todo en estos tiempos — debiera ser un motivo de satisfacción. Digamos entonces, que nos mostramos plenamente satisfechos.
No es menos ciento, sin embargo, que el ejercicio de la democracia es una tarea permanente de toda la sociedad, y ésta va más allá de los procesos electorales. El trabajo conjunto de autoridades y actores de la ciudadanía para irla adaptando en el tiempo y perfeccionando a través del diálogo, es tarea que concierne a cada ciudadano. Por consiguiente, colectivamente, como organización de profesionales y empresarios, nos sentimos interpelados.
Evocamos esto, porque la memoria histórica, tema en que en algunas ocasiones nos hacemos presente, ya sea a través del Archivo Histórico Virtual (https://www.arhiv.cl), la publicación de libros o la realización de eventos específicos, es uno de los sustentos para preservar y mejorar la democracia. Nuestras raíces croatas forman parte, no solamente de una historia personal, sino que están llamadas a integrarse colectivamente en dos sociedades. Como CPEAC somos parte de una comunidad que, con su talento y trabajo, aporta su contribución a dos países: primeramente, nuestro pasado croata se integra en esta nación donde nacimos y de la que somos ciudadanos, la enriquece y fortalece; y nuestro pasado y legado nos hace pertenecer además a los más de tres millones de croatas repartidos por el mundo, quienes forman parte de la misma nación.
Considerando lo antes señalado, recibimos recientemente en nuestro país al destacado historiador croata Dr. Tvrtko Jakovina, cuya labor como académico durante los últimos años ha consistido, justamente, en trabajar en torno a la memoria histórica de Croacia y de otros países vecinos, principalmente los balcánicos. En diferentes encuentros sostenidos por Jakovina con sus pares en Santiago, la posibilidad de realizar un trabajo conjunto entre investigadores de ambos países sobre aspectos específicos de la memoria histórica reciente, fue introducida en la agenda de una posible colaboración universitaria, de lo que, desde ya, nos felicitamos.
Sabemos que, durante su historia republicana, Chile se ha visto enriquecido por diferentes corrientes migratorias, las que se han integrado en la sociedad que los acoge a través del trabajo y la educación, principalmente. Su aporte, en todos los ámbitos, está a la vista, y los inmigrantes croatas no han sido la excepción; muy por el contrario.
Cada persona que emigra a otras latitudes, arrastra consigo una parte de su memoria. Esta es incluso transmitida a sus descendientes y difundida orgullosamente hacia la comunidad que lo acoge. Recordar los orígenes, mantener la identidad, estudiar y asumir nuestra historia — con las contradicciones que esta pueda a veces conllevar — e integrar la memoria reciente con todas sus aristas, buscando a través de este proceder, únicamente el entendimiento entre las comunidades y naciones, debiera formar parte de nuestro actuar ciudadano. Es más, estimamos que se trata de un deber que tenemos conciencia de asumir colectivamente en la actividad de nuestro Círculo de Profesionales y Empresarios. En esta perspectiva, seguiremos entonces trabajando.
1 Comentario
Interesante editorial, que rescata los valores de Chile y Croacia respecto a sus democracias y elecciones de autoridades venideras, también lo tocante a la memoria histórica es muy relevante ya que nos permite saber de nuestros antepasados y lo duro que ha sido para el pueblo croata llegar al sitial que hoy tiene en un mundo globalizado. El llamado a tomar conciencia colectiva en nuestro Círculo de Profesionales y Empresarios nos hace meditar para poner de nuestra parte lo mejor, para cada día crecer más y nos conozcan por las virtudes que tiene cada uno y evidentemente el colectivo.