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Pascual Baburizza Soletić

Síntesis biográfica

Nuestro personaje destacado, don Pasko Baburica Soletić (nombre Pascual en castellano y apellido Baburizza, que el mismo modificó «para que sonara como su padres lo habían pronunciado cuando lo bautizaron»), nació, el 28 de Abril de 1875, en un poblado de la pequeña la isla de Kolocep, muy cercana a la histórica ciudad de Dubrovnik.

Fueron sus padres, Iván y su madre Katica, ambos oriundos de la misma isla, cuarto hijo de una familia de cinco, tres varones (Antun, nacido en 1867, Pasko en 1875 y Vicko en 1877), y dos mujeres (Nike, nacida en 1879 y Kata en 1873).

De ancestros pescadores, sus abuelos paterno y materno, fueron los últimos que alcanzaron a recoger corales para venderlos en Dubrovnik.

Baburizza no tuvo una educación formal completa, tampoco un oficio ni algún otro tipo de estudios superiores estimándose que dejó el colegio a los 15 años ya que a los 12 abandonó su pueblo natal para trabajar, desde esa edad, en Dubrovnik habiéndolo hecho también en Trebinje.

Sin embargo, esta carencia académica fue reemplazada por una enorme capacidad de absorber y asimilar todo lo que iba conociendo. Una gran inteligencia práctica, capaz de integrar y transformar en conocimiento acumulado todas sus experiencias lo que pronto fue quedando demostrado en sus logros.

De acuerdo a registros de inmigrantes austro-húngaros, la llegada de Pasko y su hermano Vicko a Chile se produjo el año 1892, (se desconoce si juntos), esto es, con 17 y 15 años de edad cada uno, de la misma forma que la mayoría de los inmigrantes provenientes de Dalmacia, que llegaron al norte del país, vía Buenos Aires hasta Valparaíso y, desde este puerto, embarcaron a Iquique o Antofagasta, atraídos por el auge de la industria salitrera.

De su hermano Vicko se estima que habría regresado a Kolocep entre los años 1908 y 1912, en el último de los cuales se casó en Dubrovnik. También se asume que en 1920 regresó a Chile en busca de su parte de la fortuna ya acumulada por su hermano Pasko, del cual habría sido socio, pero, estando en Valparaíso Vicko enfermó de peritonitis falleciendo el 18 de Febrero de 1920.

Por el éxito económico de Pascual Baburizza, éste se convirtió, sin proponérselo, en un estímulo para la emigración dálmata hacia el norte chileno y, aun cuando nunca mandó a buscar a nadie directamente, muchos se vinieron pensando en trabajar con él o para él, deseos que fueron, en la mayoría de los casos, satisfechos al contratar preferentemente a ciudadanos croatas o descendientes de éstos para cargos de responsabilidad.

En todo caso, se sabe de la llegada a Chile, por los años 20 de su sobrino Bozo Baburica, hijo de su hermano Antun, de un modo de vida totalmente opuesto al de su tío lo cual éste permitía, probablemente por constituir un atractivo para la seriedad y austeridad de Baburica.

Y en 1926 llegó su sobrino Juan, hermano de Bozo, encomendado por la familia de Kolocep para buscar la herencia que su tío Vicko que, por su muerte prematura no pudo concretar. Viendo las posibilidades económicas que se le habrían decidió quedarse a trabajar con su tío trayendo dos años después a su familia.

El empresario

Aunque se sabe que, en un comienzo, Baburizza trabajó como empleado en negocios de sus coterráneos croatas, como la ferretería de Nicolás Gjik y luego en «La Culebra», importante mercería de Stancić y Dobroević, al poco tiempo decidió laborar en forma independiente, contándose que, un mozo de unos 20 años, recorría las calles de Iquique vendiendo pescado y ofreciendo mercadería por los barrios de los cerros, ampliando más tarde sus ventas a las salitreras de Tarapacá.

Muy joven conoció a Remigio Gazzari, un alto ejecutivo del ferrocarril salitrero de Iquique, con el que forma una sociedad para abastecer de carnes a la zona.
Paralelamente, Baburizza había comenzado a iniciarse en el negocio del salitre.

En 1902 participó con Gazzari, como socios minoritarios, en la sociedad Pablo, Luis Mitrović y Cía, dueña de la oficina salitrera Dalmacia, la que se vendió en 1904.

En 1905 Baburizza y Gazzari crean la sociedad Gazzari y Cía para explotar la oficina Tarapacá.

En 1910 nace la sociedad Baburizza, Briceño y Cía, dedicada al negocio de la carne y convirtiéndose en importante accionista de la Compañía de Salitres Antofagasta vendiendo, a fines del 1912, la mayor parte de esas acciones.

En 1913 se hace cargo de los créditos de la, en quiebra, Compañía Salitrera Progreso, creando para adquirirla, con Augusto Bruna y José Lukinović, una sociedad de la que Bruna, optando por la política, se retira, pasando a llamarse Baburizza, Lukinović y Cía. Desde este negocio comienza a expandir sus propiedades llegando a controlar gran parte de la cadena productiva de la compra y venta del nitrato en la región.

En 1923, con la compra de la Compañía Lautaro, con lo que obtiene el control de casi el 30% de la industria del mercado.

En 1928, ante la inminente crisis del salitre, vende todas sus acciones al grupo norteamericano Guggenheim Bros, lo que fue interpretado, por el gobierno de Chile, como una señal favorable frente a la crisis que se avecinaba.

Además de Baburizza, Lukinović y Cía, la Baburizza y Cicarelli tuvo también, el Banco Yugoslavo, cuya gerencia general trasladó en 1917 de Punta Arenas a Valparaíso; el molo de Antofagasta la firma Baburizza, Lagamgue y Cia.; compañías de seguros, la naviera Jugoslavenski Lloyd, que llegó a tener 24 barcos de carga y de la que Baburizza fue presidente. Fue principal accionista también de la Sociedad Nacional de Buques y Maderas, fundada en 1922, la que se dedicó un tiempo, además de a su principal negocio de exportación de maderas, a la construcción de edificios (entre ellos, el Club de la Unión), poseyó una planta entera en el Hotel Carrera de Santiago (en cuya construcción había invertido). Tuvo participación en las Termas de Puyehue, fundó la Sociedad Anónima Comercial y de Inversiones y Rentas Inmobiliarias, tenía acciones en empresas mineras.

Luego de salvar sus capitales de la crisis, invirtió en su principal pasión: las empresas agrícolas. Las más destacadas fueron los fundos llamados Haciendas Unidas del Valle del Huasco, entre Vallenar y Freirina; la Sociedad Agrícola Hacienda Las Ventanas; las compañías agrícolas San Vicente, en Los Andes; la Compañía Nacional Elaboradora de Tabaco; la Sociedad Ganadera Gente Grande; la Sociedad Agrícola y Colonizadora de Llanquihue. Invirtió, asimismo, en la Sociedad de Frigoríficos Puerto Montt, formó la Sociedad Matadero Modelo de Valparaíso.

Según información existente, en los años en que compró el fundo, 1918 y 1920, El Olivar (El Salitre, hoy parte del Jardín Botánico Nacional en Viña del Mar), Baburizza fijó su domicilio personal y comercial en Valparaíso. En 1925 compró casi media manzana en la céntrica y prestigiosa calle Prat, donde instaló la mayoría de sus empresas. Ese mismo año adquirió la mansión de estilo art-deco que había construido el empresario italiano Ottorino Zanelli, en el Cerro Alegre, y donde se instalaría cuatro años más tarde, por lo que hoy es conocida como Palacio Baburizza.

En 1927 Baburizza se fue a vivir a Francia, puede que por diferencias con la política económica de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo. Residía en una gran casa ubicada en el Nº23 de la avenida Dubois (Foch a partir de 1929). Fue desde la capital francesa que dio orden de vender sus acciones en la salitrera más importantes.

Su personalidad y exiguo mundo sentimental

Pascual Baburizza era un hombre solitario, poco comunicativo y poco demostrativo. Su presencia producía una cierta distancia y muchas veces había que descifrar lo poco que expresaba. Eso sí, su presencia inspiraba respeto.

Elegante en el vestir, refinado en gustos y modales, con sus amigos es afable y deferente y, en su casa, de un confort elegante y severo, abundan las flores que alegran el espíritu y también libros.

No era un gran conversador, no tenía un lenguaje florido, sino, por el contrario, era un hombre de pocas palabras pero cada una de ellas tenía un enorme significado.

Desde muy joven parece haber sido reservado, poco dado a las fiestas y a las actividades sociales. Posteriormente, en lo años veinte cuando ya era un hombre de una gran fortuna, esta característica de su personalidad se mantuvo, lo que lo transformó en un personaje atípico de la época.

Era miembro de todos los clubes de gran categoría de la época (De la Unión, Hípico, del Valparaíso Sporting Club, Viña del Mar, Antofagasta), pero casi por compromiso, porque a ninguno asistía con regularidad.

A pesar de su atractivo personal, estatura mediana, ojos claros, pelo rubio, que fue dando paso a una calvicie prematura. en lo sentimental, no se le conocen romances ni grandes amores, ni desilusiones amorosas traumáticas. Se rumoreaba que se había enamorado de una mujer casada.

También, en el plano del rumor, estaban los cuentos de que, cada cierto tiempo, se invitaba a la casa de Valparaíso, a una muchacha distinta cada vez, que subía a los aposentos del dueño de casa, la que posteriormente era generosamente premiada por su visita. Para Baburizza, aparentemente, esto estaba desvinculado de pasión, solo formaba parte de una necesidad corporal.

Al parecer su aspecto afectivo sentimental lo sublimó a través del trabajo, para el cual no había horarios, ni de día ni de noche, y lo mismo exigía a sus colaboradores, a los que sí compensaba generosamente.

Baburizza, patriota, filántropo y coleccionista

Activista por su patria, presidió el movimiento Defensa Nacional de Yugoslavia para América del Sur que organizó la recolección de fondos en el subcontinente para contribuir a la liberación y unificación de los pueblos del sur de los Balcanes. Financió ese movimiento, así como también los periódicos Archivo de la Defensa Nacional Yugoslava de América del Sur, que se editaba en Antofagasta y Abecé, fundado en 1917 en esa misma ciudad y dirigido por Mateo Skarnić.

Entregaba constantemente aportes en libras esterlinas a la Cruz Roja Internacional para auxiliar a los heridos y prisioneros eslavos. Su labor de beneficencia se extendió a muchas otras instituciones.

El rey Alejandro lo nombró Gran Dignatario y Senador Vitalicio del Reino y fue distinguido también con el título de Ciudadano Honorario de Dubrovnik.

Fue mecenas del Colegio Yugoslavo de Antofagasta y del Cuerpo de Bomberos (particularmente, de la 3a. Compañía Dalmacia, de esa ciudad, que en 1925 pasó a llamarse Bomba Pascual Baburizza; donó asimismo un carro telescópico a la 9a. Compañía de Bomberos Zapadores Freire de Valparaíso).

Como coleccionista de arte, Baburizza no fue un visionario, en el sentido que no adquirió obras de pintores que después serían considerados genios y sus cuadros valorizados en millones de dólares. Compraba la pintura que era considerada valiosa en ese momento.

Baburizza reunió poco menos de 80 cuadros, que fue adquiriendo en sus viajes a Europa; algunos los adquirió a la muerte de Carlos Van Buren, que tenía un colección de pintura en la misma línea que Baburizza.

Los 71 cuadros legados por el empresario croata forman hoy la Colección Baburizza o de Pintura Europea, que ocupa el primer piso del Museo Municipal de Bellas artes de Valparaíso (precisamente esta planta se ha conservado como en la época de Baburizza). La pintura más antigua comprada por Baburizza data de 1840 y la más nueva, de 1930. Entre ellas destaca En la playa de Trouville, de Eugène Boudin, pintor considerado precursor del impresionismo, Niebla en la Midi, de Henri Le Sidaner, cercano al puntillismo. También las hay de famosos retratistas de la época, como William Ablett, que era apreciado por sus pinturas boudoir de mujeres de la época del art-deco.

Su fallecimiento y testamento

Irónicamente, Baburizza, uno de los hombres más acaudalados de Chile enfermó de tuberculosis, mal que se decía pertenecer a los pobres porque causaba estragos en los sectores populares.

Se presume que la adquirió por los años 1928 ó 1929 y lo que, en un principio se diagnosticó como una bronquitis, se le fue transformando cada vez más en una pesada carga tanto física como sicológica, lo cual Baburizza se cuidaba de manifestar entre sus colaboradores y personas cercanas.

Durante el invierno de 1941, luego de una fuerte bronquitis en Valparaíso, por recomendación médica se había ido a recuperar a Los Andes, en su Hacienda San Vicente, de clima precordillerano.

Cuando los médicos comprendieron que no había recuperación, su sobrino Juan y la esposa de éste, lo mismo que su albacea y amigo Bosko Babarovic se trasladaron a Los Andes donde le prestaron dedicación y cariño, en especial Irma, esposa del sobrino.

En la madrugada del 13 de Agosto de 1941, a los 66 años, don Pascual Baburizza, dejó de existir provocando un fuerte impacto en la sociedad de la época. A diferencia de lo que había sido su vida, muy solitaria y reservada, sus funerales generaron un gran revuelo en la prensa cosa que había sucedido muy pocas veces en su vida.

El testamento de Baburizza no solo sorprendió sino que se transformó en ejemplo y paradigma de generosidad y visión de futuro.

Hizo donaciones para difundir en el país la instrucción agrícola y promover el adelanto de las ciencias y las artes relacionadas con la misma industria mediante la creación de escuelas para labriegos con una amplia gama de nivel de estudios estableciendo la enseñanza gratuita en la Escuela de Labriegos, dotación de alimentación, alojamiento, vestuario y un salario a adecuado.

Testó, además, en favor de instituciones de beneficencia de Valparaíso: el Hospital de Niños, el Cuerpo de Bomberos, la Gota de Leche y de Viña del Mar, el Sanatorio Marítimo San Juan de Dios.

Para, la entonces Yugoslavia, destinó bienes raíces, acciones de banco y bonos del gobierno que tenía en ese país. Además entregó una suma de dinero para ser distribuida entre las instituciones o personas jurídicas yugoslavas residentes en Chile.

Respecto de las pinturas de su residencia de Valparaíso, las legó al Museo de Bellas artes en Valparaíso o Viña del Mar con la condición que los cuadros se quedasen en una de las dos ciudades.

Su testamento dio cuenta de un hombre, no solo capaz de mucha generosidad sino, además, que pensaba en el prójimo, en los jóvenes del futuro, en las personas que querían salir adelante cuya situación económica se los impedía.

No tuvo hijos pero en su última voluntad se percibe un preocupación casi paternal por los jóvenes de esfuerzo, como lo fue él mismo.

Fuentes:

  • Libro «La vida de un croata Pascual Baburizza Soletic», de Isabel Torres Dujisin.
  • Wikipedia.