Encontraste en las páginas del viento
el camino que esparce tus lamentos.
¡Despierta! te gritaron tantas voces
desde los socavones de las minas
y desde los maizales expoliados.
Reconocí tu historia acumulada...
tu grito tiene el timbre del saqueo
con tantas primaveras desoladas...
perseguida tu sangre en los extremos,
reprimidos los ríos indomables
coartado el amor entre trigales…
!Oh mares de azucenas marchitándose!
!Escribid este canto entre tus cantos!
Soy uno entre tus hijos, uno más,
que proviene de nieves intocadas
con sangre forastera incorporada.
Soy de los vendavales sin descanso
junto a la cruz del sur sobre los coigües.
Soy de diurna oscuridad de los inviernos
soy de estíos de noches de crepúsculos.
Tu grandeza, América, descubrí
desde el vértice austral de Magallanes
por la Tierra del Fuego sostenido.
Tus floridas auroras invernales
susurrando con nieves los desvelos
que el Selk’nam nos dejó como lección:
“Los blancos que creían sojuzgar
a la tierra, madre de las madres,
serán incorporados a su vientre…
Cuando cientos de inviernos se disipen
no será ya el mismo vuestro dios
vuestras almas serán como las nuestras
y al mirar estos bosques, estas praderas,
estos ríos de aguas cantarinas,
estos montes, que cercan nuestro mundo
renacerá en vosotros nuestro espíritu
porque ellos no perecerán jamás
mientras siga existiendo esta tierra”
La sombra de la estepa se agrandó
tratando de llegar al infinito.
Se esparció sobre el lago el crepúsculo
con sus ondas de viento patagónico,
ese viento ancestral, de furia intensa
que modeló montañas y roqueríos
que sólo lo venció la toldería;
ese viento que estuvo allí presente
cuando el Selk’nam habló tan sabiamente.
No pasaron ni cien años desde entonces
cuando con su canto subí hacia América…
Primero me adoptó Chile central
donde el cáncer de la tierra, la erosión,
dominaba el paisaje de ilusiones
con cárcavas en el suelo empobrecido
Nuestros bosques caían arrasados
nuestros pájaros caían cercenados
nuestros peces caían en las redes
pero de golpe empezaron las desdichas
y empezaron a caer seres humanos…
Al Sekl’nam visionario comprendí
y al exilio partí con su mensaje.
Hasta tu vientre América trepé
primero lentamente en el océano
después a tus entrañas laceradas.
De tu interior traté de construir
historias ancestrales de inmigrantes
que veían en ti su esperanza.
Quise encontrarte y verte en mis paisajes
de otoños europeos con abetos...
pero surgió entre volcanes la araucaria
los gigantescos lotos amazónicos
la explosión tropical de clorofila.
Al recorrerte América sin pausa
trepé a tus escaleras tornasoles
a los Andes transidos de glaciales
a las nieves sinuosas e indomables.
Traté de conquistar donde nacía
la aurora fulgurante que divide
la dirección contraria de los ríos,
al oeste, furiosos e inclinados
al este, caudalosos, desbordados...
Los valles Chalcaquíes me llevaron
a contrastar oasis con sus cielos
igual que en el Elqui legendario
donde se alcanzan estrellas con las manos.
Allí el cielo nocturno es una fiesta
de cientos de astros en movimiento
y al mirar esa bóveda, ese cénit,
un instante puede ser eterno.
Recuerdos los caminos de la pampa
donde los gauchos cantan al silencio...
la sucesión de postes y piquetes,
ese pasto que emerge señalando
sus panojas sedientas de rocío.
El aire mutilado por los grillos
el relámpago intruso que preanuncia
el agua generosa hacia la tierra.
Y fustigando siempre el horizonte
arribé a ese santuario de vivencias:
Buenos Aires, tus noches cerca al río
y junto al puente Alsina, guapo y noble,
bandoneón mezclado con nostalgia...
las Dársenas, San Telmo y La Boca
consabidos lugares legendarios...
pero no te palpábamos entre ellos
sino en la bruma tersa de tu río
en una vieja calle de Boedo
en el mesón gastado del café
donde la libertad tomaba forma
de heroína lejana y deseada.
Seguí hacia el norte en busca de tus formas
extensos territorios de llanuras
con sus cañas boreales incrustadas
de espinales hirientes e invasores
de polvorienta sed en la sequía
de inundación constante con las lluvias
Chaco Gualamba, te amé entre quebrachos
perseguidos por las sierras traicioneras
que en inglés esparcían aserrín.
Chaco, mezcla de gringos y de tobas...
tu Pilcomayo de interfluvios vagos
en la sabana paraguaya tersa
transido de nostalgia Guaraní.
¿Y no es el pantanal tu pubis virgen
cuya vitalidad enfurecida
en los húmedos estíos se recrea?
Busqué la mata Atlántica ascendiendo
en los restos que quedan de otro tiempo
donde reinaba la selva junto al mar.
Se esfumó en el oro que produjo
para comprar esclavos en subastas…
Brasil de los turistas, continente,
país del carnaval organizado...
pero nuestro Brasil es de su vientre,
del legendario y mítico Amazonas,
de la Caatinga seca, tosca y dura,
de la amalgama humana de colores
del cósmico hibridaje creativo...
El gran río se llevó en sus entrañas
los bosques convertidos en cenizas
los suelos destrozados por el surco
convirtiéronse de a poco en desierto
transitando desde el verde hacia el rojo
de suelos lateríticos dolientes.
Muchas etnias también se extinguieron…
El implacable afán colonizante
hizo estallar en llanto a la selva…
las copas de los árboles gigantes
no protegieron más a los indígenas
su mundo se fue junto a los bosques.
Vi en Belem a Yemanjá junto a su historia
transportada en olas africanas;
palpé aquí el hechizo alucinante
del rito de la tierra madre nuestra
rogando que Xangú los expulsara
a esos duros Exús de más al norte.
Deambulé en el altiplano silencioso
Oruro me contó su historia trágica
de mineros tragados por la tierra…
Los mosaicos de los valles interandinos
en esos cuadros pintados con pinceles
sumergidos en tintas de pobreza…
Potosí, tu argentado cerro,
inmenso sarcófago de ancestros estrujados
me hizo mirar al sur de Tiahuanaco...
¿Por qué el cóndor dejó el Alto del Sama?
¿Por qué su sombra amplia no se esparce
desde esa fortaleza descolgada?
¿Dónde escapó el tatú, el cernícalo,
la vicuña, la alpaca y el ñandú?
Sus hogares arados, cercenados...
!América, te secan lentamente!
recolectando el mar tus estructuras
vaciándote tu dermis y tejidos
en el continuo flujo de tu savia
que transforma tu intensa geología
formada en los procesos milenarios
en cálidas y gélidas etapas,
deformada en los años demenciales
de saqueos foráneos e intestinos.
Abajo el Urubamba me situó
surgiendo recortado Macchu-Picchu...
oprimió mi garganta una paloma...
Muchos han alabado tu grandeza,
después de nuestro Pablo poco queda..
Pero yo reivindico tu cubierta
tus pastos emergiendo entre las piedras,
tus terrazas, la base de tu fuerza.
Del fecundo maíz hay pocos cantos,
de ese maná ancestral americano
de ese vigor del germen reprimido
que realizó el incásico milagro
de acariciar el sol entre picachos.
Deambulé en mosaicos de sembríos
con gente de ropaje de arco iris
desde el mar subí entre tus flores:
Quito de mil colores tornasoles
que renuevan tus nubes por instantes
templo de las alturas susurrantes
coronado por volcanes vigilantes
Descendí desde el páramo embebido
de jardines donados por los dioses
donde escuché los siglos naufragados
donde navegan capullos en el tiempo...
Me envolvió Bogotá con su sabana
con verde enloquecido de rocío...
ese mar de gramíneas que encandila…
Es Colombia abrasada por los Andes
que origina tu intensa geografía.
Tus collares de montañas azarosas
descubren día a día sus entrañas
y organizan tus múltiples parajes
contrastando con la magia de tus seres
Antes de la amalgama de las flechas
con miles de armaduras y arcabuces
tu perpetua y dura geografía
estaba poseía de culturas
de palacios, pirámides y estatuas.
El Asia desde el Norte, por Alaska,
los rostros de dulzura mongoloide,
el camino ancestral desdibujado...
Tlatilco apareció en la penumbra
de las lejanas noches primitivas
mostrándome sus dioses y sus gredas
El sol en la pirámide formóse,
la fuerza constructora de imperios
habló en Teotihuacán y sus contornos...
Me impregné de esas viejas cicatrices...
¿Dónde quedó Mixcoatl y su gran hijo?
¿Quizás en los pinceles de Rivera
o en las lejanas huestes de Zapata?
Miré en Chichen-Itzá tu firmamento
para verlos luchando en las estrellas...
América del Centro me llevó
a compartir las cálidas vivencias
a rechazar enclaves bendecidos
para entender las luchas de tus gentes
Nicaragua, se agitan tus volcanes
que irrumpen desde el fondo de tu vientre
mostrando fumarolas libertarias
y erupciones de sangre si te agreden
Desde el cielo a tus arenas arribé,
aguijones de luna y de rocío,
el amplio cañaveral incorporado
Escambray decididamente nuestro.
Tus ojos de agua y piedra tienen brillo
por la inclemente lucha generada.
!Tus palmeras trajeron el murmullo
del sueño universal que se alejaba!.
Fue la noche que hirsuta me envolvía
en la invadida selva arrinconada...
incliné la cabeza en la penumbra...
el caoba talado, cercenado,
el cedro, el palo santo, los alerces
el caucho con sus largas cicatrices,
la palma lacerada y encendida.
Forzando la mirada en el ocaso
herido por las sombras de la noche
que mordían rincones luminosos
busqué sin resultado aquellos árboles
centenarios, que antaño me cubrían
de estrellas indiscretas y brillantes.
¿Dónde quedó el ombú y el babazú?
A los coihues cortaron sin descanso,
el puma no encontró su madriguera...
la impúdica versión de la miseria
se expandió con la muerte de la fauna
Regresé nuevamente a mis orígenes
a nuestro canto austral y libertario...
al roble moribundo me abracé...
entre lengas y coigües milenarios.
Sentí la presencia de aquel Selk’nam
que en el bosque esparció su pensamiento:
“Deambulan aun nuestros espíritus
buscando entre los tuyos a hermanos
que no solo no agredan a su entorno,
que vean a los ríos y lagunas
a los bosques, colinas, y montañas,
al guanaco, al albatros y al pingüino
como parte del mundo de los nuestros”
“Cuando sea la tierra rescatada,
cuando no la adelgacen ni la expriman,
cuando crezcan árboles sin temores,
cuando ballenas surquen los océanos,
espíritus antiguos de los nuestros
se introducirán en los de ustedes
y resucitemos en sus cuerpos
porque forman un todo con la tierra
y no morirán mientras ella exista”
Se esfumó la silueta entre los árboles
lo despidió un chercán con su trinar…
Las piedras pensativas de mis sienes
revelaron de pronto mi cansancio...
y grité en la estepa infinita:
!Rebélate América y despierta!
Enséñame a construir sobre pantanos
emerge floreciendo los trigales,
ahoga las canciones de sirenas
que ocultan eslabones de miseria...
las manos todas juntas, apretadas,
con resto de la selva calcinada...
para que el maíz dé mazorcas abundantes
para recuperar la vida desafiante...